martes, 25 de septiembre de 2012

GRUPO LITERARIO TINTAVIVA, APERTURA DEL CURSO 2012 - 2013 CON LA INTERVENCIÓN DE LOS ESCRITORES ÁNGELA REYES Y JAIME ALEJANDRE

Juan Calderón                              Ángela Reyes                        Julia Gallo                   Jaime Alejandre


Presentación de Juan Calderón a Ángela Reyes


ÁNGELA REYES

EN LA TERTULIA DEL GRUPO LITERARIO TINTAVIVA

24 de Septiembre de 2012



No es la primera vez que tengo el privilegio de presentar a Ángela Reyes y cada vez que lo hago es un motivo de gozo para mí, no sólo porque podré ponderar a mis anchas sus virtudes, que no son pocas, sino porque tras la presentación llega lo mejor: escuchar su poesía. Esta gaditana, de Jimena de la Frontera, ha publicado, desde 1980, año en el que ve la luz su  primer trabajo, "Amaranta",  catorce poemarios, catorce joyas, que llevan como broche "Fantasmas de mi infancia" del año 2011, muchos de ellos premiados en certámenes literarios, como "Lázaro dudaba", premio San Lesmes Abad, en 1987, "La niña azul, Premio Villa de la Roda, 1991, "Cartas a Ulises de una mujer que vive sola", premio Leonor, 1992, entre otros muchos. He de confesar que éste último poemario que he citado ha sido durante años mi libro de cabecera, al que siempre he vuelto cuando he querido saborear buena poesía, esa obra que sabes a ciencia cierta que te va a poner en trance para crear tu propia obra. No sé si Ángela habrá seleccionado esta tarde algún poema de este libro para deleitarnos, pero por si ella no lo hace, me voy a permitir hacerlo yo.


ESTÁ MI TIEMPO ACOMODADO
entre el amor y el desaliento.

Cada día,
con la memoria más pequeña
y la mirada más pendiente de la mar,
atiendo la gangrena de esta casa
que se me muere
por donde ayer solíamos
entrecruzar las velas de la carne.

Ya no rezo,
no corrijo la arruga que va del labio al alma,
ni me sorprende si la mano izquierda enloquecida parte
allá donde declinan las palomas.

Todo está por hacer:
desde morir
hasta plegar tu traje que de tanta quietud
se queja de la nuca.
Todo viene bajando por mi espalda
como río que parte hacia lo oscuro,
y quedo sola
sin la vejez de tus zapatos,
sin el olor a sal de tus axilas,
sin tu abrigo muriendo en el perchero.

Quedo sola, como mujer de la fotografía,
con la raya del pelo bien trazada,
la blusa haciendo frente al tiempo-sepia
y en los párpados
y en la boca
dolorida la música que cantan los ausentes.


Como podemos comprobar en estos versos, Ángela, no es solamente una extraordinaria poeta, es primordialmente una magnífica contadora de historias. En todos sus poemarios hay mucho de esta afirmación. No es su poesía un torrente del  propio vivir de la autora. No suele conducirnos por las veredas de sus sentimientos. Ángela tiene la habilidad de colocarlos en los labios de otros personajes, y así mostrar sus vivencias sin exponerlas directamente.  

Su actividad como novelista y cuentista tardó un poco más en aflorar, pero una vez que lo hizo no tardo en depararle tantas satisfacciones como la poesía, pues su sólida obra narrativa también recibió galardón tras galardón.

Y yo me pregunto una vez y otra vez: ¿Por qué no están los libros de Ángela en los escaparates de las mejores librerías, por qué no ocupa páginas en los medios de comunicación? No seré yo quien diga que Luis García Montero es mal poeta, ni mucho menos, pero les pregunto a todos ustedes ¿Es peor Ángela Reyes?     

Me gustaría recrearme un poco más en los entresijos de la obra de Ángela pero, como lo que todos estamos deseando es escuchar a nuestra invitada, ya no les canso más con mis reflexiones, sólo resaltar su dedicación a la difusión de la poesía desde 1980 a través de la Asociación Prometeo de Poesía, creada por su esposo, Juan Ruiz de Torres. Y ahora les dejo con la voz y la poesía de Ángela Reyes.

                                                                            Juan Calderón Matador
                               



POEMAS DE ÁNGELA REYES

LA CASA VIEJA

Vuelvo a la puerta de la casa
con los recuerdos que me acusan
hace tiempo. Recorro cálidos
rincones donde el llanto surge
como bufón desnudo y triste.
Alguien me busca tras los cuadros
que mi madre colgara. Alguien
me roza con un dedo antiguo
-húmeda huella en la mejilla-
y pone voz a mis zapatos.
De las alcobas surgen sombras,
voces que desde ayer me llaman
del arambol de la escalera,
oscuras voces junto al fuego
rememorando a los ausentes.
Oh, casa de los padres, donde
nació mi altura, germen blanco
que maduró el peciolo eterno
de aquella flor que fue mi infancia,
perdida herencia, dulcedumbre...
Mas nada existe sino el rostro
amarillo de los espejos,
vida enquistada en el armario
grande, y ojos que nos vigilan
desde el vasar de la despensa.

De Labio de hormiga, 1985 (con Juan Ruiz de Torres).


En playa-Alicia

el mar lleva por dentro su paisaje.
Y hoy,
que yacente dejamos tu blancura,
será mejor decirte
que el mar hará de ti su aldea.
Hará de ti la casa
a donde acuda para vivirte lentamente
y no querrá deshabitarte,
niña, -la del cabello azul,
con la vida tan breve
que apenas cupo en un abrazo-,
no querrá,
ahora que aprendió a dormirse
abrazado a tu rostro.
Ahora que al llamarte
tú vienes con las trenzas hechas
y tu cuerpo sonando a ruido de agua.

De La niña azul, 1991

DEBERÍA CERRAR LA PUERTA DE LA CASA,

plegar los párpados
y el alma revestir en duelo
cada vez que en la noche
oigo cantar a un hombre.
Como aquellas mujeres que en la playa ignoran
el abrazo del mar,
debería talarme y no oír su canción.
Pero me duele tanto
el aire enrarecido de la alcoba,
este ir convirtiéndome en huerto abandonado,
que me incorporo
y me desnudo lentamente
al compás con que giran las estrellas.
Y le amaría porque le siento respirar,
inquietarme los límites del labio,
porque hacia él me curvo
-tan carne estremecida-
mujer con un temblor medianamente joven en su pecho.
Le amaría ahora
que tengo la costumbre de olvidarte,
de acomodar el sueño por la almohada
sin que me duela tu partida;
ahora que en las noches canta un hombre
y en mi cuarto me invento su calor,
invento
para mi piel de viuda
la mano que adormece mis tobillos.

De Cartas a Ulises de una mujer que vive sola, 1991


NO SERÁ ENTRE TUS OJOS

donde yo vaya a construir mi nido,
pues temo que una noche
la bruma conventual,
el dorondón de tu mirada
decidan desahuciarme.
Tampoco entre tus labios,
aunque me aguarde
el pan caliente de tu aliento.
De tu cuerpo, que tanto amo,
renuncio a visitar la playa de las ingles.
¿Qué sería de mí junto al puma de sal
siempre rugiendo y puesto en pie?
¿Quién vendría a salvarme del reflujo
y de los bajamares de tus piernas?
Pero, dime, ¿y si cayera hondo,
donde el añil y el cobre
dan altura a tu pubis dulcemente marino?
Quiero para vivir la calle de tu frente.
No me importa que en ella llueva
ni que la oscuridad me obligue
a encender un farol
cada vez que decida ir a tu encuentro.
Me gusta perseguir esa cincha de luz
que por tu rostro parte muy despacio.
Lleva tu misma delgadez,
esa forma de andar, cayendo hacia adelante.
Sólo en tu frente soy feliz
-guardián de mis aljibes-,
porque el claror del día sabe a hombre,
tiene un regusto a albahaca masculina
y al respirar te siento
como arroyo crecido
que baja enfebreciendo mis veranos.

De Carméndula, 2000

Ese reloj de arena, tan canalla,

te ha dejado sin rosas de Japón.
Ahora eres dulce otoño
donde la lluvia
se aparece entre sueños
y te ahuyenta los perros de azafrán.
Y en ese estado de ángel deprimido,
prometes que serás la menta mas salvaje
que sazone mi vida.
Despierta ya, mi triste galeote.
Si el reloj te cantó las cinco en retirada,
¿cómo podrías ser la arena movediza
que encendiera mi pecho?
Olvida, que ya es hora,
aquellas viejas artes de amor y cetrería
que en las noches de luna
en esta playa te enseñaron
las buceadoras de coral.

De No llores, Poseidón, 2008




Intervención de la escritora Ángela Reyes


Presentación de Julia Gallo a Jaime Alejandre


JAIME ALEJANDRE
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Cinco minutos no dan ni para un somero bosquejo que ilustre a este literato, divulgador y activista cultural (entre otros quehaceres), ya que es mucho, y bueno, lo que se puede decir de él.
Nacido en Burgos, este hombre polivalente, persigue (dicho por él mismo)  la idéntica aspiración de Stevenson: “Ser honesto, ser amable – ganar un poco y gastar un poco menos […], renunciar si es preciso y no sentirse amargado, […] ser amigo de sí mismo, […] (asumir que)  no estamos destinados al éxito…”
Conociendo las aspiraciones del autor, creo no necesitar más matices para retratarlo; sin embargo, me es imposible resistir la tentación de leerles a ustedes el comienzo y el final de un hermoso y clarificador poema suyo titulado  MANIFIESTO DE INTENCIONES, que convierte estos breves  trazos en un retrato casi completo:
He puesto mi palabra en un balandro / de versos y de estrofas vacilantes, / propósitos ardientes e inconclusos, / que quieren ser aquello que no he sido: / la lenta migración de las tristezas, / la terca permanencia de un recuerdo… / y, en resumen, / ayer puse mi verso en un navío, / hoy no. Después del breve sobrevuelo, / que a ningún lado nos lleva, / después del interior periplo de las sombras / y el silencio ignominioso, oceánico, / no obstante, pongo acaso mi palabra / para   amorizar en ti, en vosotros, / sin otra compañía que el ladrido.
Antes de describir su labor literaria, mojo el pincel en el tercio de la paleta correspondiente a otra parte de su biografía (bajada de Internet):
Jaime Alejandre ocupó los cargos de secretario General de la Autoridad Nacional para la Prohibición de las Armas Químicas en el Ministerio de Ciencias y Tecnología;    director General de Calidad y Evaluación Ambiental y vicepresidente de la Agencia Europea de Medio Ambiente. En 2010 fue nombrado director General de Coordinación de Políticas Sectoriales de Discapacidad.
Si su mochila hablara, contaría el centenar de países que ha recorrido, y sus avatares.
Girando de nuevo hacia la literatura de Jaime Alejandre, decirles que nuestro invitado ha tocado todos sus géneros: ha publicado las NOVELAS: FUGU, DONDE SEA LEJOS  y  HACIA LAS SOMBRAS; los libros de RELATOS: EL ALFABETO MATEMÁTICO,  MANUAL DE HISTORIA PRESCINDIBLE,  BULEVARES,  EL RENCOR  Y DE ENTRE LAS RUINAS;  los POEMARIOS: ESPECTADOR DE MÍ, PALABRAS EN DESUSO, LOS HÉROES FATALES,  AUTORRETRATO PÓSTUMO, LOS GUERREROS DE TERRACOTA,  DERROTA DE REGRESO y LO QUE QUEDA; en TEATRO:PATERA- TIERRA  Y  CASA CON JARDÍN.  Su última obra OWANÉ (LA NIÑA QUE CRUZÓ EL RÍO), ésta dedicada al público infantil.
Dirige la colección de poesía Hazversidades Poéticas; codirige la colección de libros de viaje: El Periscopio,  y la colección literaria Intravagantes.
Ha sido traducido al árabe y al alemán; parte de su obra está publicada en Braille.
Este hombre afable, considerado, atento y de verbo brillante, en unos instantes nos va a brindar su voz de poeta; nos va a ofrecer sus versos ricos en símbolos y acertadas imágenes; sus poemas escritos desde el experimentalismo del que observa y siente; escritos desde el análisis de una conciencia crítica, cuya composición, prosodia y estructura nos sumerge en el sortilegio de lo sugerente, de la libre interpretación del lector  por encima del significado que el poeta haya querido verter.
Agradecemos a Jaime Alejandre los poemas inéditos que hoy estrenará con nosotros, así como los que ha cedido para colgar del blog de Tintaviva.
(Julia Gallo Sanz)


POEMAS DE JAIME ALEJANDRE


Tengo una tristeza de elefante herido
que no sabe dónde irá a morir,
y sigue caminando bajo el sol.
Es esa la dignidad que hoy me queda,
la del prescindible moribundo. Hay días
en que aparto del camino los recuerdos
fingiendo que avanzar es dar mis pasos.
Pero en el silencio interno de mi sombra
sé que yendo a lo que voy es regresar.
Porque mi historia es la de la soledad
de quien no tuvo familia, sólo libros.

Tengo una tristeza de oso blanco extenuado
que no encuentra un iceberg donde pararse
y bracea sin cesar árticos mares
sabiendo, sin saber, que cuando falten
fuerzas, ilusiones y banquisas, se hundirá.
Como solo quien a nadie tiene se hunde.
Sin remedio, ni testigos, ni un amor,
ni un amigo o una familia que no hubo.

Así avanzan,
el oso, el elefante,
hacia su muerte.
Hacia su muerte y saben
que nunca han existido, ni siquiera
en el sueño de algún sueño, porque fueron
niños pero no tuvieron más cómplice
que su propia soledad de libros
en los alféizares vacíos del estío.

(Inédito)


Pero

Tus ojos de Black & Decker
tus labios de cal viva
tu lengua de guillotina
el perfume de gas
mostaza de tu piel
tus sulfúricas manos
tu abrazo estrangulador
tu pelo de algas
ahogando al náufrago.

No me dejes.

(Inédito)



La otra canción de los viejos amantes


El daño que nos hicimos
también nos hizo. Nos hicimos
haciéndonos daño también.
Y así el tiempo nos construyó
y nosotros construimos el Tiempo.
Y aprendimos que la felicidad es
seguir aquí como el mañana
mismo en el que no seremos
y no seremos pero juntos.

(Inédito)


¿Frente a qué cuadro y qué
música de fondo, con qué
libro entreabierto en la mesilla,
después de qué película,
bajo qué cenizas del amor?,
cuando vayas -como irás-
hacia la muerte.

¿Qué última palabra, y qué recuerdo
abrasando tus pupilas,
doliéndote en la lengua qué
gesto, asombro o pena,
en qué estación, bajo qué luz?
cuando vayas -como irás-
hacia la muerte.

¿Qué ojos mirándote y qué manos
para darte un consuelo que no llega,
qué dureza de sábana lavada y qué
calor de cuerpo aún desnudo,
qué espejo para el postrer despido?,
cuando vayas -como irás-
hacia la muerte.

¿Qué lluvia, con qué beso y qué
remordimiento aún encendido,
qué soledad, qué compañía o verso,
al pie de qué animal, qué armas,
en mármol, bajo qué tierra sin nombre,
qué fecha podrá allí acompañarte
y qué importancia absurda?
cuando vayas -como irás-
y ya no vuelvas.

(Del libro “Los guerreros de terracota”)



No tristes, no. La mansedumbre
gozosa del que vuelve, en ellos.
Ese sosiego de navegante que regresa
sin urgentes afanes de ver
en sus ojos, desmesuradamente ciegos,
ni gestos ya de la melancolía.
La paciente esperanza de la rama
que atrás deja su última primavera,
en ellos. No tristes, no.
Estos versos son el resplandor
feroz, sí, de quien vivió
al borde de sí mismo,
rebelándose a ser sombra,
y en la hora del regreso calló manso,
sin más prisa que la del atardecer
que a su hora llega siempre
y no se envanece aún por ello.
No, tristes no. El entusiasmo
tímido del que vuelve, en ellos.
Estos versos son ya la promesa
que incumpliré y son el recuerdo
de un hombre que luchando
contra Dios, contra el Diablo,
las joyas del Diablo acarició,
la serenidad de Dios cosió a su sombra.


(Del libro “Derrota de regreso”)




Intervención de Jaime Alejandre

Público asistente

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CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN "EL TRAZO Y LA PALABRA"