INAUGURACIÓN DEL CURSO 2015-2016 DEL GRUPO LITERARIO TINTAVIVA EN CULTURAL TELEFÓNICA DE MADRID (21-09-2015)
Lectura poética de HILARIO MARTÍNEZ NEBREDA y presentación del poemario "Líneas de expresión" de ANDRÉS R. BLANCO en un acto conducido por JUAN CALDERÓN MATADOR.
Andrés R. Blanco Juan Calderón Matador Hilario Martínez Nebreda |
INTRODUCCIÓN
Buenas tardes y bienvenidos a esta nueva sesión de Versos A-palabra2, con la que TINTAVIVA abre la temporada 2015-2016, que esperamos llegue repleta de excelentes poetas y narradores, como hasta ahora ha venido ocurriendo. Es un placer estar otra vez en este espacio, del que últimamente puedo disfrutar menos de lo que quisiera, por pasar gran parte del año lejos de Madrid; pero esté donde esté siempre lo llevo en mi corazón y en la añoranza. Hoy es nuestra directora, Julia Gallo, la que se ha visto obligada a ausentarse, por lo que me ha pedido que asuma sus funciones, cosa que hago con mucho gusto.
Como les decía al principio, es nuestro deseo ofrecerles una programación atractiva, con autores de interés, que les hagan y nos hagan pasar momentos imborrables. Creo que eso va a estar garantizado esta tarde, ya que recibimos a dos poetas tan interesantes como Hilario Martínez Nebreda y nuestro compañero en Tintaviva, Andrés R. Blanco, a los que damos las gracias por haber tenido la generosidad de venir a regalarnos sus versos en esta inauguración del Curso.
Juan Calderón inicia la presentación de Hilario Martínez Nebreda |
PRESENTACIÓN DE HILARIO MARTÍNEZ NEBREDA
En primer lugar escucharemos al poeta burgalés, de Quintana Ortuño, Hilario Martínez Nebreda. Su formación humanística da comienzo en el Colegio de la Merced, sobre todo de la tradición clásica. Tras matricularse en psicopedagogía en la Universidad de Santiago de Compostela, conoce al Padre Ángel, fundador de la ONG Mensajeros de la Paz, Ángel, del Grupo Lar de Galicia, a Paco y Pilar, creadores de "Titiriteros de Binéfar", y Miguel, carpintero de la Ciudad de los Muchachos, de Orense, fundada por el Padre Silva. Junto a todos ellos, en el año 1977, inicia una experiencia pedagógica, orientada a la rehabilitación de jóvenes socialmente inadaptados, en ámbito de comunidad agrícola: C.A.E, o lo que es lo mismo: Comunidad agropecuaria educativa, en la localidad de Cornoces (Orense). En 1980 regresa a Madrid por segunda vez, para quedarse definitivamente. Amplía estudios en psicopedagogía especial, toxicología y toxicomanía. Hombre comprometido, pone estos conocimientos al servicio de los barrios marginales de Madrid. Se integra en las actividades de la Coordinadora de Barrios y Madres contra la droga, y junto a Covadonga Morales Vega funda el grupo Usera II, con el que presta ayuda a los afectados por esa terrible lacra de la droga.
También es una persona sensibilizada con el mundo del mar, tema sobre el que es conferenciante entre los años 1970 y 1977. Publica periódicamente artículos sobre problemas marineros en el Diario de Pontevedra y ofrece lecturas de sus poemas.
En su etapa madrileña simultanea su trabajo como farmacéutico con la participación en tertulias literaria, como la de Prometeo, Versos Pintados del Café Gijón, la del Café de Oriente, o el Círculo de Bellas Artes.
Entre sus poemarios citaremos: "El juglar y la Momia"; "Hojas rotas"; "Luzbel o el Ángel caído"; "De Profundis"; "Aquí, en Getsemaní"; "Cuerpos resucitados"; "Esbozos de Platón en los labios de una musa"; "El canto de la Sibila"; "El Catón"; "Es-Cupido de mis canciones"; "Ordalía de Narciso"; "Romancero del Afilador".
Serían muchos más lo méritos de Hilario que podríamos resaltar, pero creo que es más interesante acompañarle en el viaje que nos propone a través de sus versos, ese pequeño recorrido a lo largo y ancho de su obra, en el que podremos gozar del bucolismo de su poética, en el que evoca a la tierra, la mujer y la casa: "En el Alfoz de Ubierna, donde recios Murbogos/ pastaron sus ovejas, he visto azul la luz,/ desde la cumbre de los rotos páramos"; oiremos el eco de sus canciones: "Recuerda, madre/ que la morera/ guardaba gozos/ de amor y penas./ En la morera/ ayer tan verde/ murió en las ramas/ el viento alegre"; No faltará una parada para cantarle a la mujer: "Oh, mujer canto, carmen pasajero/ presente en mi deseo como eterno"; ni dejará de añorar la mesa familiar: "La mesa familiar que soñé llena de hijos/ está en tu vientre..." . Les deseo una buena travesía, guiados por la mano hábil de nuestro invitado. Con todos ustedes la voz y la poesía de Hilario Martínez Nebreda.
Juan Calderón Matador
Poemas de Hilario Martínez Nebreda
POÉTICA
En el Alfoz de Ubierna, donde recios Murbogos
pastaron sus ovejas, he visto azul la luz,
desde la cumbre de los rotos páramos.
“¡Castilla!”… resonaba el eco de una
voz redonda y dorada como parva.
Aquel día empecé a pretender
Evocar a la tierra, la mujer y la casa:
ser un pastor de la palabra pura.
Provocar con el viento, que provoca
en el agua, la mano de los hombres.
Invocar, reclinado en la piedra ante al ángel
que pasa por delante de la puerta.
¿Cuándo temblores de garlopa? ¿dónde?
¿en qué lugar y tiempo?...
Hacia la proa, en el mástil de un barco,
contando el corazón de las estrellas.
En mi cuerpo de ciego,
mazmorra o túnel sórdido.
Todo como en el aire,
asomado al suspiro del tirso en la cuneta
y al ¡ay! de la amapola. Y, sin embargo,
de cal, blanco, a pesar de ser oscuro,
en la piedra, lugar de mi almanaque.
Me refiero no al tiempo primordial,
círculo mítico, sino a los días
donde mi alma registra libre su voz poética.
ALMANAQUE DE PIEDRA: percepción
del tiempo como piedra, umbilical.
Omphalos o serpiente
en cóncavos espejos.
Cimiento de la casa,
piedra a piedra, que en proyecto cobija.
Piedra-casa, de tránsito. Laberinto,
al silencio habitado de la noche.
Tiempo de lo posible. Sitio y suelo
donde el hombre se encuentra con el ser
que le viene de Otro.
Todo como en el aire... Y de camino,
porque los ojos son mi pasión de vivir.
CANCIÓN
A Pilar Bastardes
*
¿Que viene?... bien.
Si no, allá él.
Recuerda, madre,
que la morera
guardaba gozos
de amor. Y penas.
(Estribillo……)
En la morera,
ayer tan verde
murió en las ramas
el viento alegre.
(Estribillo….)
En su cajita
blanca de pino,
iba de blanco
cuerpo de frío.
(Estribillo…)
Por eso llaman
de fuentes blancas,
aguas que siempre
llorando cantan.
(Estribillo…)
**
Me dio la donante
“mil besos de luz…”
Debe ser el viento
sonando alamud,
hada de las aguas
de ríos de tul
con alma de fuego.
Juego de tahúr.
Puede ser un pájaro
que duerme el bambú.
Angel de Tobías
leyendo el Talmud.
Quizás, mujer cielo
de estrellas del sur
de las cuales nadie
sabe el azimut.
LA MESA
La mesa familiar que soñé llena de hijos
está en tu vientre virgen de nogal y de almendro.
Pero dame un rincón, para ver respirar
alegres a tus vivos y rezar por mis muertos.
(No extrañes hoy mi cuerpo, ayer fuerte, bastón
de desvalidos. Frágil, vara sin flor, se corva
de soledad)… O asiento tan solo en una esquina,
donde nadie me huela el sudor de las botas.
Nunca le falte, ¡oh, Dios! el pan de cada día.
Abunde en su despensa el manjar que no tuve
(ocupado en amar olvidé ser amado).
Bendícele la mesa y beba un vino dulce.
Despiértame, si duermo, con tierna mano, leve,
que me iré a respirar el viento de la mar.
¡Oh, mujer canto!
¡Oh, mujer canto, carmen pasajero!
presente en mi deseo como eterno.
Por no serlo sufrí la noche, invierno
en primavera y pájaro de agüero.
Adiestrado en las mañas del arquero,
puse freno y olvido al pico tierno
derribando su vuelo hacia el averno
con flecha dolorosa, bien certero.
Todo sombra y de frío, negro raso
me persigue y las hojas del otoño
arrastra por las aguas al ocaso.
Y tan terco el deseo que, en madroño
ardido por el rayo, hizo vaso
donde el pájaro bebe, del retoño.
CANTAR
La lejanía, pudor de la noche nos seduce,
minero de una sima eflorescente.
Y la luna mimosa,
como la mano del pastor al manso.
¡Oh, amada mía, tan amena y dulce, tan suave!
¡qué efímeras las horas debeladas al amor!
Rubio jamelgo de cumbres ignotas
en nosotros abreva.
Cohetes y bengalas estallan los efebos
del jardín y, de pronto, quiebran débiles.
Nos funden las mejillas a trallazos
de silencio y de lágrimas.
¡Milenios! sí. ¿Miríadas? no, nadie.
Ninguna juventud pudo hacer
que fuera inmarchitable la fugaz
elíptica de un astro.
Igual que Prometeo encadenado,
la mujer a la vida.
Atisbar quiso un día los fulgores
de la felicidad. Pero, si raudo
el tiempo de la luz, más engañoso.
Por eso quiero, que en distancia y nube,
nunca puedan violarte la pureza.
Obediente a parir, inseminada
de estrellas, un espacio sideral.
Hilario Martínez Nebreda
Hilario Martínez Nebreda firma en el "libro de firmas" del Grupo Literario Tintaviva |
En esta ocasión, la sesión de inauguración se celebró en el aula 2 de los locales de Cultural Telefónica de Madrid.
Presentación del poemario "Líneas de expresión" de Andrés R. Blanco.
Andrés R. Blanco, nuestro compañero en el Grupo Literario Tintaviva, nuestro querido amigo desde hace muchísimos años, es extremeño, de Mérida, aunque tiene su residencia en Madrid desde muy temprana edad. Desde que en 1989 le concedieran una Ayuda a la Creación Literaria del Ministerio de Cultura, que se concretó en 1991 en su primer poemario, titulado "Luz y lejanía en los espejos", Andrés no ha dejado de caminar con paso firme por los territorios de la poesía, sin aspavientos, sin hacer ruido, centrado únicamente en avanzar por el difícil camino de los versos. No han sido pocos los galardones que ha cosechado desde entonces, tanto por sus poemarios como por sus cuentos o poemas sueltos, que no vamos a detallar porque disponemos de poco tiempo, y lo importante es escuchar su poesía. Sí quiero reseñar los títulos de algunos de sus libros: "La semilla del mito", "La mirada de plata", "Álbum crepuscular", "Las alas condenadas", "Farolillos", "Diario de la Musa", "El corazón del replicante", y llegamos a "Líneas de expresión", que es el poemario que hoy nos ocupa.
Andrés nos presenta, bajo ese título, una colección de 24 poemas, divididos en dos partes. La primera conserva el propio título general, es decir, Líneas de expresión, en la que brotan 16 composiciones poéticas, como otras tantas flores hermosas, de las que el lector no puede apartar su mirada, embriagado por el aroma de unos versos que en algunas ocasiones tienen acento femenino. En el segundo apartado, el poeta nos regala 8 propuestas, seis de ellas escritas a modo de prosa poética, de exquisita prosa poética, o simplemente versos en renglones largos. Con este trabajo, Andrés ha merecido el XXII Premio Nacional de Poesía "Acordes", convocado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Espiel (Córdoba), que se le concedió en el año 2014. Y aquí quiero hacer un inciso de gratitud para todos los ayuntamientos que apuestan por los creadores y han seguido convocando sus certámenes literarios a pesar de los muchos agujeros negros que los recortes han hecho en todo lo relacionado con la cultura. En muchas ocasiones, estos concursos son el único cauce que los creadores tienen para dar a conocer su obra, una obra que requiere demasiado desgaste emocional y esfuerzo para que su destino final sea el olvido al fondo de un cajón. Por eso quiero darle volumen a este aplauso para todas las entidades, públicas y privadas, que nos permiten seguir adelante con un poco más de esperanza, con un poco más de alegría en nuestros sueños.
El poeta ha escrito gran parte de esta obra con una voz prestada de mujer, la tinta y la pluma de una mujer, queriendo penetrar en esos recovecos del alma femenina, en un ejercicio de acercamiento y comprensión, todo él convertido en una Eva que siente, sufre, goza, y ama como ella. El riesgo es grande, sin duda, porque rara vez un hombre consigue abrir las más íntimas puertas del alma femenina, pero Andrés creo que lo ha logrado, ha conseguido hablar desde esa otra orilla tan desconocida, con frecuencia, para el hombre; y no solo lo ha conseguido sino que ha salido más que airoso del empeño. Estoy convencido de que muchas mujeres se habrán sentido identificadas con los sentimientos que Andrés ha plasmado. Abre con el poema titulado LA MUERTE DESCUBIERTA, en el que muestra la inquietud ante el tránsito a lo desconocido, quizás otra forma de vida, o tal vez la nada, y lo imposible que le resulta dejar de caminar hacia ese destino ineludible. "...Y yo no quiero ir,/ pero no puedo, madre,/ sino seguir llevando entre mis pasos/ la ruta de esa estrella/ tan azar, tan oscura." A veces la protagonista aun no ha rebasado la frontera de la infancia, como ocurre con el poema DIVAGACIONES EN CLASE y fantasea con la inutilidad del estudio, de los libros, cuando se pertenece al grupo de los del montón, y sueña con un futuro sin preocupaciones junto a esa profesora a la que admira: "No tengo claro que este mundo/ quiera contar conmigo,/ni sé qué hago aquí ni adónde iré a parar..." . En el poema VOLVIENDO A CASA, muestra el poeta su preocupación por el paso del tiempo, que, sin que lo notemos, camina a nuestro lado, llevándonos a donde le han dicho que nos lleve: "Miro la calle,/ mis pasos en la acera,/ las luces encendidas que rebotan/ en las esquinas turbias de mis ojos./ El tiempo es un vehículo de frente/ que pasa por mi lado/ y se pierde sombrío en la distancia."
Sería mucho lo que podríamos añadir sobre este pequeño gran poemario, porque es una obra seria, en la que, como ya nos tiene acostumbrados Andrés, ha sabido aunar corazón sensible y técnica depurada, belleza literaria, lirismo, en su justa medida, y yo añadiría a todos estos méritos uno más, que es la sencillez y claridad con la que el poeta nos muestra sus obras. Se agradece mucho la facilidad con que se comprenden los textos, pues, con frecuencia, los poetas, queriendo rizar el rizo de la sapiencia, se muestran tan oscuros, tan rebuscados, que no hay forma de descifrar sus jeroglíficos. Ese no es el caso de nuestro invitado, y por eso le felicito. De manera que no les robo más tiempo y vamos a pasar a escucharle, que es lo que estamos deseando todos.
Juan Calderón Matador
Poemas de "Líneas de expresión"
LA MUERTE DESCUBIERTA
No quiero, madre,
llegar a esa morada.
No quiero conocer cómo es su puerta
y a qué lugar conduce,
qué hogar sin resplandor en ella arde,
cómo el viento se esconde entre las tejas
y en sus alas el ruido
de un mar batiendo rocas
me levanta en la sangre el miedo a lo profundo.
Madre,
ni tu beso en mi rostro
ni tu chal en mis brazos
alejan la humedad con que esa niebla
hace fría la marcha.
Y yo no quiero ir,
pero no puedo, madre,
sino seguir llevando entre mis pasos
la ruta de esa estrella
tan azar, tan oscura.
VOLVIENDO A CASA
Miro la calle,
mis pasos en la acera,
las luces encendidas que rebotan
en las esquinas turbias de mis ojos.
El tiempo es un vehículo de frente
que pasa por mi lado
y se pierde sombrío en la distancia.
Un trocito de mí marcha con él
y hay un nuevo vacío que arrebuja
su silencio invisible por mi pecho.
A punto de llegar, saco la llave
y oigo el tiempo de nuevo
que se acerca sin tregua, inexorable,
y no sé si esta vez iré con él,
a su lado, parejos, recargando
las cintas del vivir
o volverá a llevarse un rostro,
un beso, una intención, una promesa…
Y SI…
Y si la lluvia, y si el viento
vestido de aire triste
volando con las hojas en el parque.
Y si nadie mirando en la ventana
y nadie en el portal salvo el silencio.
Y si huye el color, y si la voz
desmenuza su peso en la balanza
y las horas alegres, como un sueño,
adormecen su son en la memoria.
Y si alguien dice adiós
y nadie le responde
y se cierra una puerta
y no se escuchan pasos.
Y si la luz es gris,
y afuera está lloviendo,
y también llueve dentro,
y se fue tu sonrisa.
ADIÓS JUNTO AL MAR PARA UNA NUEVA VIDA
Una mujer susurra despedidas:
“Adiós, pequeña, adiós,
adiós, medusas de mis sueños
pasados, de mi azul
corazón prisionero en las arenas
de un castillo infantil que se deshace.”
Una mujer pasea por la orilla
del mar y de la pena,
varada entre la espuma que lame sus tobillos
desnudos y en el gesto
de la espera secreta de los golpes
y del temor vital
que se vuelve condena insoportable.
Contempla el horizonte marino y se decide:
su mirada destella
y apretando sus manos dice adiós en susurro
a un viento que peinaba los besos de su infancia.
Una mujer
que es de sueño y de carne
se acaricia en la voz amiga de las aguas
y mientras se despide de una vida
gastada por el miedo.
Y nos deja el coraje y la esperanza.
Y nos deja el dolor de su memoria,
el perfil de un silencio maltratado
que nunca en nuestro olvido callará.
MUNDOS OCULTOS
Dejarse llevar por el sentido oculto de las cosas, ver el rubí bajo la zarza, el resplandor creciente de la luna en la sangre que brota de los muslos, la tempestad airada en la palabra sobria, océanos de cobre en la tarde que muere. Las cosas nos parecen aquello que su espejo formal nos va dictando, pero tras ellas laten otros mundos, otros bosques que nunca o casi nunca se adivinan. Bienaventurados los ojos que recorren tan otros derroteros, que caminan hallando maravillas al paso de su lágrima o su sueño. Sabrán mostrarnos luego una luz que no cesa, mundos que fueron en nosotros un pasado remoto, un cielo a descubrir que ya olvidamos. |
Andrés R. Blanco
(Fotografías: Javier Bueno Jiménez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario